Poliamor: fracaso de una comunidad

Graciana Dithurbide

Boletín Cartel-Express El pulso del cartel en la ELP #7 (7 marzo 2018)

Introducción

“Yo soy…”. “Todos somos”, título de las XVI Jornadas anuales de la ELP (2017), nos convoca a constituirnos como Cartel: ¿Comunidades de goce? Propuesta que conduce a interrogar el discurso que circula bajo el significante amo Poliamor: un modelo de relaciones afectivas no monógamas, consensuadas, conscientes y éticas. Una alternativa para encontrarse o no con el Otro sexo fuera de las normas, entendida ésta por el discurso analítico como fuera de la norma fálica (todo x) donde por definición se situaría al goce femenino sometido en parte a la norma fálica y en otra no-todo x está sujeto a la función fálica. Entre otras, se abren dos cuestiones: ¿Esta construcción forma o no una comunidad de goce? ¿Estamos ante una nueva fórmula a la lógica y los callejones sin salida (impasses) de la sexualidad?

En la modernidad líquida, el Otro social del discurso capitalista da lugar a falsas vías de escape promoviendo identificaciones estandarizantes a la sociedad civil quienes se inscriben en colectivos que borran lo singular de la modalidad de goce, las llamadas por Laurent, comunidades de goce1. Es ahí donde vienen a nombrar espuriamente el goce, en tanto que no son propias del sujeto. Precisamos, en palabras de Miller, “lo que pasa en el campo del Otro incide en las condiciones de goce pulsional. Pero esto no significa que el goce deje de ser del Uno. Es decir, el goce no es compartido” 2, solo es posible gozar del propio cuerpo y a través del fantasma. La identidad del sujeto se juega en el fantasma porque es el fantasma el único medio del sujeto para separarse del Otro3. La relación entre el significante (fundamental) y el objeto a que ahí son idénticos, hacen Uno. Cuando emerge el sujeto y se identifica al rasgo unario, deja una huella en su constitución subjetiva y el objeto a es extraído del cuerpo y puesto en el campo del Otro4.

El fantasma es lo que hace lazo social hoy, no desde la identificación, un lazo evanescente pero que permite al sujeto ‘recuperarse en su pérdida’ que reivindica el derecho a la diferencia, la idea del “a cada uno su solución” se ha hecho norma socialmente aceptada5. En el campo de la sexualidad, el ‘hoy vale todo’ se une a la excesiva y desorientada oferta en el mercado sexual de las perversiones organizadas, el poliamor permite un acuerdo instantáneo de los goces en estos multi-encuentros. “Yo soy… poliamoroso”. “Todos somos… poliamorosos”. El sujeto, paradójicamente, se ve siempre enfrentado a tener que contarse como Uno, el uno de la pura diferencia no es el Uno unificador de una clase, fracasando como comunidad de goce.

El discurso analítico, rechaza hacer de un caso particular una clase, en este discurso el analizante puede liberarse de su inconsciente, el que Miller6define con una defensa: El inconsciente es una defensa contra el goce en su estatuto más profundo que es su estatuto fuera de sentido.

Sobre el Poliamor

El término surge en EE.UU. en los años sesenta tuvo su mayor auge en los noventa, algunos estudios ad hoc concluyen que aproximadamente el 5% de la población jóvenes universitarios sin empleo de treinta a cincuenta años con estilo de vida ‘alternativos’ se define poliamorosa. Las comunidades poliamorosas se anuncian en internet (Facebook) a todo lo largo de la geografía española e internacional.

El Poliamor es definido como una relación comprometida de amor y honestidad entre más de dos personas al mismo tiempo que pueden convivir o no y saben la existencia y tipo de relación de todas en su infinita combinatoria (tríos, swingers: intercambio de parejas, distingue la pareja principal de la secundaria…). La diversidad de la diversidad, ‘cada uno siente lo que siente’, la independencia de la dependencia de una sola relación que se piensa a largo plazo y no necesariamente implica relaciones sexuales. Cuestiona la sociedad patriarcal-monógama sostenida en el amor romántico basada en la fidelidad, la exclusividad, la posesión. Los problemas en las relaciones amoroso-sexuales tradicionales dan lugar a la falta de trasparencia, el secretismo, el engaño, los celos. En definitiva, su objetivo es, como el de todo el mundo, obtener más bienestar, amar más en calidad y en cantidad. Por qué te vas a conformar con uno, si puedes acceder a más.

La perversión común actual comandada por el discurso capitalista del empuje a gozar puede llevar muy lejos el rasgo de cada cual a emprender una cruzada (Berenguer), en este discurso es clara la reivindicación del derecho a los pluri-goces. Además, la legalización plural-custodia de los hijos: tres o cuatro padres-madres.

El poliamor parece haber encontrado la ley que rige la relación sexual que no hay, bajo la premisa de decírselo todo, des-velar, no engañar al otro. Lacan dice, en el Seminario XX, “El goce está prohibido a quien habla como tal”, es lo que no puede decirse sino entre líneas. La prohibición significa que el goce no se puede poner en palabras, es mudo, impronunciable. El mismo poliamor es un velo a la castración, lo imposible de la relación sexual, una manera de velar algo de lo propio, la dificultad del tratamiento del propio goce y cómo hace un sujeto frente a la castración.

Para esos sujetos, aunque su respuesta sea un poco diferente -después habrá que ver uno por uno-, en su discurso: querer a una sola persona sería renunciar a las otras, en definitiva, gozar más con uno o con otro. Si tomamos como eje la pareja castración-falo están totalmente en el discurso fálico, de hecho son todos reclamos a lo limitado del goce fálico, donde ha intervenido el gran Otro y ha operado la castración, regulados por la ley del deseo (si se es o no aquello que es el deseo del Otro).

De qué Otro estamos hablando

Una cosa es el orden de lo social y la identidad de la época en el que el síntoma toma nuevas formas, y otra la constitución subjetiva que podría decir es atemporal. En el discurso de estos sujetos, sus síntomas son una respuesta a lo estructural, a pesar de estar conectados con una época. En la clínica se hace precisamente un tratamiento de ese Otro estructural para cada uno que lo encarnó en la época.

Desde la lectura del superyó en Lacan el superyó siempre pide gozar más, más, más, al margen de la época, no hay un Otro que lo regule el goce. La cuestión es qué se hace con ese goce que no se regula y qué estatuto tiene. Puede haber un cambio en la cuestión del ideal que comanda ese Otro social en sus discursos. Los significantes amos del Otro social victoriano reprimían o prohibían el goce, hay un empuje al goce del lado de la renuncia (privación), un superyó que se satisface de no realizarse, frente al empuje al goce del lado de la realización inmediata (exceso) más característico de esta época. El goce de la privación o por el exceso, dos caras del goce que en el ser humano estructuralmente puede ir hacia un lado u otro.

Entonces, lo que puede haber cambiado son los discursos del Otro social actual que privilegia el goce inmediato su dimensión imaginaria y el goce autista estimulando la ilusión de que la satisfacción total o absoluta es posible. A través de la oferta ilimitada de mercancías, en detrimento de la dimensión del objeto como causa-mediador vinculado al deseo. Los analistas nos vemos en la urgencia de tener que dar cuenta de las perversiones en esta época donde la deflación del deseo no operaría como límite al goce conduciendo a la perversión por extensión.

Hay perversión porque no hay relación sexual, cuando el sujeto, sea cual sea su objeto, su comportamiento, sus invenciones, ha ocupado decididamente el lugar de instrumento puesto al servicio del goce del Otro y en él persevera7, perversea.

Sin embargo, Inventar nuevas soluciones no significa inventar nuevas perversiones, no hay un objeto pulsional nuevo ni un fantasma nuevo, es decir, no hay una invención de perversiones. Si hay un empuje a actuar, lo que antes se hacía en la intimidad de la pareja toda suerte de perversiones que existían (sadismo-masoquismo)8. Lo que sí es nuevo es la extensión masiva de la perversión de los practicantes: más en extensión, más en el espacio público.

Qué queda del amor entre tanto goce

Si todo amor es un espejismo que se inventa para ocultar la imposibilidad de la relación sexual, ¿hay un amor que se dirija al partenaire real, o sea, al goce? ¿Es posible concebir un amor por fuera del fantasma? ¿Se puede amar al goce del Otro? ¿Qué estatuto tendría? El psicoanálisis nos abre a un nuevo amor, no a una nueva perversión, que nos puede hacer salir del aislamiento de este real sexual de goce autista. Un amor menos tonto que asume la lógica del no-todo, que es aceptar que desde el punto de vista del goce, no hay relación uno con el Otro. Desde esa perspectiva, cada sexo le es infiel al Otro y a sus demandas de reconocimiento, es una cuestión de estructura y no de comportamiento. El falo es el único semblante de goce y sus efectos son: hay un goce de la mujer que ningún hombre alcanza9.

Sin embargo, puede haber mujeres que esperando ser amadas por fuera de los limites del fantasma masculino caigan en la trampa de la perversión, prestarse a la fantasía del hombre es un rasgo de perversión para satisfacer la fantasía del hombre que ella desea. Y, cuán lejos puede llegar un comportamiento femenino al servicio de la perversión del partenaire10, al no estar limitadas como el hombre a nivel de su goce.

  1. E. Laurent, “El goce y el cuerpo social”, Lacan Cotidiano Nº 594.
  2. J-A. Miller, El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, p. 388.
  3. Alemán, J. y Larriera, S., Desde Lacan: Heidegger, Miguel Gómez Ediciones, Madrid, 2009, pp. 152-154.
  4. Esta operación en la psicosis no se produce, no encontramos el objeto a en el campo del Otro ubicado en el fantasma, como dice Lacan, el psicótico lleva siempre el objeto en el bolsillo.
  5. Véronique Voruz, “Destinos del lazo al final del análisis”, testimonio AE en la ELP-Madrid, septiembre 2017.
  6. Miller J-A., “L’inconscient et le sinthome”, La Cause freudienne nº 71, p. 77.
  7. Berenguer, E.: «Teoría y clínica de las perversiones » en M. Chorne y G. Dessal (eds.), Jacques Lacan. El psicoanálisis y su aporte a la cultura contemporánea, España, FCE, 2017, pp. 431-447.
  8. a pulsión sexual no es la perversión, aunque pueda manifestarse en pares antitéticos: mirar-ser mirado, sufrir-hacer sufrir, su transformación en perversiones (voyeur-exhibicionista, masoquista-sádico) está determinada por la fijación y regresión a las singulares marcas de goce.  S. Tendlarz, Fetichismo y sexualidad, Arte y Oficio 1, Buenos Aires, 1995.
  9. ¿Un amor menos tonto? En Alemán, J. y Larriera, S., Desde Lacan: Heidegger, Miguel Gómez Ediciones, Madrid, 2009, pp. 118-124.
  10. E. Solano Suarez, Conférence : «Logique et impasses de la sexualité », Le Pont Freudienne, 27 abril 2001.