“Uno habla solo, a menos que se ponga a dialogar con un psicoanalista”

J. Lacan, Seminario XXIV, L’insu… Inédito, 1976.

Graciana Dithurbide

Psicoanalista

Susana Gopar

Psicoanalista

Citas presenciales y online

Marisa Rueda, Verano 2020 en Londres.  

¿Cuándo acudir a un psicoanalista?

En un momento de incertidumbre, en que uno se plantea preguntas acerca de su vida personal,
familiar, sentimental, profesional, social, existencial…
Lo único que hay son preguntas.
Y de ellas nacen los estados de ansiedad, angustia, miedos, malestares, que afectan a cada individuo,
y pueden ser signos de un impasse (estancamiento, repetición, fijación).
Se le presentan como un enigma.
La mayoría de las respuestas, sus causas, sus motivaciones pueden encontrarse y descubrirse
en el diálogo con un psicoanalista.

¿A quienes nos dirigimos?

A todos aquellos que padezcan un sufrimiento. No nos referimos al sufrimiento que forma parte de la vida que, todos sentimos y es sano, moderado, soportable y pasajero, sino al sufrimiento que invade la vida, que impide trabajar, amar, tener sexo, estar por momentos contento, y se torna insoportable, inmanejable y durable, entonces es hora de consultar con un psicoanalista.

J. Lacan, “De una herida, lo que importa es la cicatriz”

Sophie Calle, L’Autre, 1992

Infancia

El niño viene a consulta con un malestar, que muchas veces no está muy claro. Lo traen sus padres que manifiestan su angustia, desconcierto, cierta impotencia ante lo que les plantea
el niño.

En otros casos, es el colegio el que informa de las dificultades del niño a los padres y les urge a encontrar una rápida solución a ese conflicto, para que el lazo con lo educativo y con los otros niños “se normalice”.

Frente a estas demandas de los padres, la familia, de los educadores, como psicoanalistas proponemos crear un espacio, un lugar donde el niño sea tratado como un sujeto y no solo como objeto de la educación. Para escuchar al niño decir, a su manera, lo que le ha pasado y le pasa. Poner en sus palabras el malestar instaura un tiempo de elaboración, acoge su singularidad y desde ahí poder encontrar su propia forma de habitar los lugares afectivos y del saber.

Jóvenes

Con los adolescentes planteamos cómo abordar el desconcierto que experimenta el joven al dejar el tiempo de la infancia y emprender esta nueva etapa de separación parental que lo confronta a múltiples riesgos.


Sumergido en una cadena de malentendidos ¿qué precio deberá pagar el joven? ¿de qué margen de maniobra dispone? En diálogo con un psicoanalista lo que se pone en juego es, en cierta medida, la búsqueda de su propia fórmula, la causa de su deseo, su lugar en el mundo, sus nuevos vínculos sociales…

Adultos

El individuo hipermoderno en esta sociedad líquida se encuentra desbrujulado, sin norte… no sabe qué desea, qué hacer ni qué elegir entre las múltiples oportunidades que le ofrece el mercado (gadgets, redes sociales).

En la reflexión psicoanalítica a partir de sus propios recursos y posibilidades podrá elaborar, indagar, buscar, incluso llegar a inventar sus propias soluciones, un intento de saber hacer con las contingencias que se le presentan en la vida.

Síntomas contemporáneos

¿La sociedad del hiperconsumo y del hiperindividualismo es la responsable de los malestares contemporáneos?
En todos los órdenes de la vida se predica que “todo es posible”: la felicidad permanente,
los seres plenamente realizados…
Bajo su mandato ¡Tú puedes! (Just do it!), empuja a traspasar los límites de lo
razonablemente posible, cueste lo que cueste.
Este tipo de vida no es posible sin pagar un peaje, y genera consecuencias para los individuos, y se pueden traducir en falta de deseo, depresión, ansiedad, insatisfacción…

F. Kafka, “Lo esencial no es la lucha, sino encontrar una vía de salida”

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