¿En torno al cuerpo, podemos hablar de consistencia?
Susana Gopar
Boletín Cartel-Express El pulso del cartel en la ELP #7 (7 marzo 2018)
El significante consistencia que Lacan utiliza para referirse al cuerpo en el Seminario XXIII ha orientado mis reflexiones en el cartel sobre “Comunidades de goce”. Me ha parecido oportuno remarcar el empuje que el cuerpo como objeto e imagen sublimada es tomada en la actualidad, he partido de esta cita para contraponerla con los discursos imperantes en donde el cuerpo se ve comprometido.
Un reclamo publicitario, hace poco tiempo atrapó mi atención, pertenece a una tienda de artículos deportivos, este maniquí inmóvil es la imagen de un cuerpo saludable en movimiento, posee músculos muy pronunciados, corre sin cabeza, la presencia del cuerpo, en un pedestal iluminado, como una Victoria de Samotracia del siglo XXI, se eleva con la misma dignidad.
Inevitablemente vivimos bombardeados, en esta época hipermoderna con infinidad de imágenes, pero la imagen de un cuerpo ideal, parafraseando a J-A Miller, podemos decir, que funciona en lo social, como una imagen reina, que se utiliza reiteradamente, y nos ofrece la perfección como un deseo globalizado, también como ideal de belleza y salud que tiene el poder de convocar nuestra mirada y utilizado como reclamo publicitario eficaz.
Surgen infinidad de propuestas novedosas que constantemente produce el mercado al alcance de todos y que el discurso capitalista promueve como soluciones que entrarían en la lógica del consumo masificado, para todos lo mismo, para cumplir dicho anhelo, creando a su vez propuestas de identificaciones ideales. El cuerpo así se presenta como un bien que se tiene, se protege y se cuida, objeto de culto, que forma un ejército voluntario y disciplinado que puebla gimnasios y salas de técnicas de lo más dispar.
Basta con pasar frente al gimnasio y ver el pelotón de ciclistas que avanzan con el pedal sin dar un paso al frente, recintos tecnificados, asépticos, amplios locales, en algunos casos, antiguos cines transformados, que acogen otros clientes, que gestionan el ocio de manera diferente.
Se pasó del gimnasio subterráneo a la superficie, con amplias cristaleras al exterior, donde lo escópico juega su partida, el imperativo de la perfección, toma un carácter superyoico, la exigencia es ilimitada, se comienza buscando una satisfacción, el problema es que eso que se busca pide más, porque cuando hablamos del goce, y este nunca es el adecuado, no entra en la domesticación y más que una forma de gozar, es un mandato de goce, por eso decimos plus de goza, Lacan lo reduce al imperativo de “Goza”.
“Tú puedes tener el cuerpo que quieres” “Ser tu mismo” etc. reclamos que potencian de manera perversa, la idea de la omnipotencia de la voluntad, en donde se uniformiza lo particular, igual para todos, borrando la singularidad, y dando una respuesta de un supuesto saber hacer con los síntomas de nuestra época, entonces surgen etiquetas en donde cada sujeto se sentiría identificado ¿Podría funcionar como una comunidad de goce? Se podría decir y seria más oportuno, lugares de concentración de una especifica manera de relacionarse con el cuerpo, en donde prima el registro imaginario, siendo convocado el sujeto en su particularidad, porque es lo particular del malestar, pero no en su singularidad, (esa manera única de respuesta a lo que no va y que repite, que es el síntoma, el síntoma en el cuerpo, eso que al repetirse se goza). Más que hablar de comunidad de goce, podríamos decir una comunidad de sujetos solos, cada uno con su goce.
Esta verdadera pasión por la imagen, comporta en muchos casos un verdadero padecimiento, llegando a cotas insospechadas de sacrificio, en muchos casos con intervenciones en el cuerpo.
Como dice Lacan, “Necesitará ese cuerpo los excesos inminentes de nuestra cirugía para que estalle ante la común mirada que sólo disponemos de él, sino al hacerlo ser, su propia fragmentación”(1).
Gérard Wajcman en su ensayo “El ojo Absoluto”, agrega: “Se idolatra la imagen y esta idolatría de la imagen marcha junto a la idolatría del cuerpo, idolatría científica de un cuerpo que posee supuestamente el secreto de sí mismo, del sujeto” (2). Más adelante agregará que: “En general la imagen produce pensamiento blando, porque los discursos sobre la imagen, que enmascara por naturaleza, están esencialmente cautivos de ella” . Agrega la idea funesta, que es la creencia absoluta en la imagen, dejarse ver es por fuerza no mentir, así pues la imagen diría siempre la verdad, entonces mostrar es en cierta manera reconocerse” (3).
Lacan articulará en lo imaginario la primera matriz del yo en el estadio del espejo, cuando se produce la operación en donde el infantil sujeto ve su imagen del cuerpo unificado en el espejo, imagen que le viene del Otro, operación estructural y fundante para el sujeto, donde se privilegia el registro imaginario, esa ilusión de unidad se contrapone a la inmadurez del individuo, pero es un hallazgo feliz porque presenta coordinado algo que todavía no lo es (4), agregará Lacan en el seminario XXIII, que “El parletre adora su cuerpo porque cree que lo tiene. En realidad, no lo tiene, pero su cuerpo es su única consistencia – consistencia mental, por supuesto, porque su cuerpo a cada rato levanta campamento” (5).
Lacan en su elaboración sobre los nudos, ubica la consistencia en el registro imaginario. (6)
En Biología Lacaniana Miller, explicará, tomando el desarrollo de Lacan en el Seminario Aún, esa condición del cuerpo como atributo, demarcándolo del ser, “No es la identidad supuesta al cuerpo”(7), el cuerpo hablante compete al tener y no a su ser, en esto se diferencia del animal, el animal está representado a su cuerpo, podemos contemplar una relación perfecta de adaptación de su organismo al medio, es una relación armoniosa, en el caso del sujeto este al estar atravesado por el lenguaje, se constituye como efecto del significante, como diría Lacan está disyunto.
Al no poder identificarse a un significante que lo represente, de ahí procede su afecto por la imagen de su propio cuerpo, en un intento de velar ese vacío que lo confronta con la no relación sexual y lo inevitable de la muerte, es de forma fantasmática que se intentará colmar con los distintos objetos.
Este empuje actual va en la orientación de que el sujeto tome al cuerpo como una herramienta verdadera y consistente, Lacan propone lo contrario, al referirse al cuerpo “no es más que un saco de huesos, una superficie, la consistencia quedaría reducida a eso que lo mantiene junto, y se la simboliza con la superficie (8 ) agregará que “incluso al cuerpo lo sentimos como piel que retiene en su bolsa un montón de órganos.
Es en la superficie de ese cuerpo en donde se inscribirán las marcas significantes.
La concepción de cuerpo va tomando distintos momentos en la enseñanza de Lacan, es en su última enseñanza que el cuerpo toma otro estatuto, que es el de cuerpo viviente, cuerpo afectado por el goce, este goce adviene al cuerpo, es una condición, a la que agregaremos la del significante como causa de goce, en el 6º paradigma, Miller lo explica, que hay hecho de goce antes que hecho de palabra y no hay una relación natural al Otro, se trata de la disyunción entre registros, de la disyunción hombre –mujer.
Desde esta perspectiva, es que el discurso analítico da un giro fundamental en la clínica, en donde se pasa a priorizar lo que Lacan articuló: el síntoma como acontecimiento de cuerpo, si el síntoma es una satisfacción de la pulsión, esto está condicionado por ese cuerpo viviente que es prevalente en todo síntoma.
Es en la clínica en donde se evidencia aquello que no marcha, que no se adapta y que repite, lo que no se puede significar y ha tocado el cuerpo, ese goce que es introducido por el significante, lo que produce una desnaturalización del viviente y una pérdida de goce.
En la última enseñanza de Lacan, nos sugiere que el psicoanálisis tendría que producir una cierta separación, una caída, de aquellas identificaciones en las que el sujeto está enredado, y poder producir, Miller lo expresa de esta manera: “Sugiere que el psicoanálisis se podría definir como el acceso a la identidad sinthomal, es decir, no conformarse con decir lo que quisieron los otros, no conformarse con ser hablado por su familia, sino por el contrario acceder a la consistencia absolutamente singular del shinthome” (10) .
Referencias:
- J. Lacan (1967), «Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad”, Apartado “Desconocimiento”, en Otros escritos, Paidós. 2012.
- Gérard Wajcman, El ojo absoluto, p. 31.
- Ibíd., p.33.
- J. Lacan, “El estadio del espejo como formador de la función del yo, Escritos I.
- J. Lacan, Seminario XXIII, El sinthome, p. 64.
- Ibíd., p. 50.
- J. Lacan, Seminario XX, Aun, p.134
- J Lacan, Seminario XXIII, p., 63
- J-A Miller Los seis paradigmas de goce, Freudiana nº 29.
J-A Miller, «Biología Lacaniana y Acontecimiento del cuerpo”. - J-A Miller, El ultimísimo Lacan, Paidós, p.140
